viernes, 29 de abril de 2011


El café se le enfrió de mirar por la ventana del bar de London esperando a que él pasara por allí. El cigarro se apagó, tubo que encender otro. Pasaba las horas esperando respuestas que no existian.  Era imposible. Las ventanas estaban empañadas, así que tampoco se veía mucho por allí, igualmente, lo reconocería. Reconocería su rosto, su cara, y su perfume. Pero, él, no aparecía, y ella ya sabía porqué. Porque esa persona que buscaba no existia, no existia su principe azul. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario